El bullying es un problema persistente y grave en las escuelas de todo el mundo, y sus consecuencias pueden ser devastadoras para las víctimas, los agresores y el entorno escolar en general.
¿Qué es bullying y qué no es?
En el contexto escolar chileno, es fundamental distinguir claramente qué es y qué no es bullying para abordar adecuadamente este problema. El bullying se define como un comportamiento agresivo, intencional y repetitivo, qué ocurre entre estudiantes y que implica un desequilibrio de poder. Este desequilibrio puede ser físico, social o psicológico. Las acciones de bullying pueden incluir insultos, amenazas, exclusión social, difusión de rumores, agresión física o cualquier forma de maltrato sistemático hacia un estudiante.
Lo que no es bullying incluye conflictos o discusiones ocasionales entre estudiantes que tienen un nivel de poder similar. No se considera bullying cuando dos estudiantes tienen una pelea o un desacuerdo aislado, o cuando la agresión no es repetitiva y no involucra un desequilibrio de poder.
Entender esta diferencia es crucial para abordar adecuadamente el problema en las escuelas y aplicar estrategias efectivas de prevención e intervención.
¿Qué pueden hacer los establecimientos educacionales para prevenirlo?
Existen varios programas de prevención del bullying. No obstante, las escuelas deben ser cautelosas al elegir el programa que adopten. Algunos programas no están respaldados por evidencia de investigación que demuestre su efectividad en el manejo del bullying. La investigación es clara: el mejor enfoque para la prevención del bullying es un esfuerzo integral que aborde factores a nivel escolar, del personal y del niño.
Las investigaciones han revelado mucho sobre cómo las dinámicas sociales de los estudiantes y las habilidades socioemocionales predicen el comportamiento de los agresores y sus víctimas. Entendemos que el bullying es típicamente un fenómeno grupal que involucra múltiples aspectos de las relaciones sociales. Muchos estudiantes usan el bullying para ganar estatus social, mientras que las víctimas suelen ser socialmente retraídas y carecen de conceptos positivos de sí mismas. Los espectadores a menudo sienten culpa e impotencia por no defender a un compañero y no intervienen por temor a represalias. Dada la naturaleza social del bullying, un componente clave para combatir este comportamiento es centrarse en cambiar las normas de bullying y aumentar la competencia socioemocional de los estudiantes.
Debido a que el bullying involucra inherentemente relaciones sociales, afecta a todos los participantes involucrados: el niño que es acosado, el niño que acosa y los espectadores.
Fuente: Bullying Prevention in Schools Starts with Social-Emotional Learning. Comitee for Children (2014).
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